Para nadie es un secreto que Costa Rica se encuentra ubicado en una zona altamente sísmica, y que estos eventos son parte de nuestra vida y de nuestra historia costarricense.
Debido a esta alta actividad sísmica es necesario darle gran importancia a salvaguardar la seguridad en las estructuras ante este tipo de eventos. Las edificaciones hospitalarias no escapan a tal situación. Más aún si dichos recintos deben permanecer en funcionamiento operativo, sin importar el nivel de desastre que se pueda generar una vez finalizado el movimiento sísmico. Se debe tener especial cuidado tanto al elaborar diseños para nuevos edificios hospitalarios, como en la reestructuración de los centros de salud existentes.
Los hospitales merecen una consideración especial en la mitigación de desastres. Esto debido a sus características de ocupación, dado que alberga pacientes en residencia y en tratamiento, personal administrativo y visitantes; todos ellos requieren una estancia segura. Además es importante destacar el papel que los hospitales juegan ante situaciones de desastre en la preservación de vidas y salud pública, especialmente en el diagnóstico y tratamiento de heridos y fallecidos.
De ahí la importancia en determinar el comportamiento actual de las estructuras existentes para conocer su capacidad de soportar de forma adecuada, los eventos sísmicos que pueda sufrir durante su vida útil. Esto es, de forma más concreta, conocer la capacidad de satisfacer el nivel de desempeño tolerable en el cual el centro hospitalario se determinó que debería estar, según lo propuesto por las recomendaciones de los códigos de diseño estructural.
Para la década de 1980, se dieron una serie de eventos sísmicos que afectaron algunos hospitales de la zona del istmo centroamericano. Debido a esto se despertó el interés de las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), por determinar el comportamiento y la seguridad estructural de los hospitales nacionales, ante posibles eventos sísmicos de gran magnitud.
Algunos hospitales como el Hospital México en San José, Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas, Hospital Tony Facio de Limón, Hospital de Ciudad Neily, han sido objeto de estudios y gracias a eso, se le han hecho reforzamientos estructurales para que puedan cumplir con los códigos más recientes y por lo tanto, mejoren su comportamiento estructural ante los eventos sísmicos. Con esto se buscan estructuras más seguras.
Se puede mencionar algunas características de ese comportamiento de estructuras reforzadas ante los últimos eventos sísmicos importantes.
Por ejemplo en el Hospital México, antes de los reforzamientos, la gente huía de los edificios de forma desordenada y desesperada. Cuando se dieron los sismos fuertes de 1990 y 1991, ya tenía casi el 100% del reforzamiento estructural concluido, y la estructura se comportó de manera adecuada en términos generales, con algunos daños no estructurales. Se dieron aceleraciones entre 0.13g a 0.17g. Aunque estos sismos no fueron una prueba contundente para determinar el nivel de respuesta debido al reforzamiento estructural, si mostraron las ventajas de la reestructuración. Posterior a eso, el comportamiento ha sido el adecuado hasta la fecha.
Para el Hospital Monseñor Sanabria, durante la ola sísmica de inicios de la década de 1990, no sufrió daños en la estructura principal, a pesar que el reforzamiento no estaba concluido en su totalidad. Los daños más importantes que se dieron fueron en las paredes de mampostería. Esto se dio debido a que se encontraban ligadas al sistema estructural principal y la no uniformidad durante el proceso de reestructuración.
Para setiembre de 2012, se dio el que fue conocido como el terremoto de Nicoya. Este provocó graves daños, nuevamente en las paredes de mampostería, que seguían ligadas al sistema estructural. A pesar de esto, los reforzamientos estructurales funcionaron adecuadamente en términos generales.
Se obtuvieron aceleraciones cercanas a 0.25g, valores ligeramente menor a los registrados en 1990. En esta ocasión se registró intensidad de VII (7), según la escala Mercalli Modificada (MM); la misma que en 1990. Posteriormente las autoridades de la CCSS, determinaron demoler gran parte del edificio.
El Hospital Tony Facio, a partir de su reestructuración en 1990, no ha sido sometido a sismos importantes, que comprometan la seguridad estructural y no estructural. Sin embargo, para el sismo de 1991, tuvo algunos daños donde la parte más afectada fue el edificio de Hospitalización y Salas de Cirugía. Su estructura de cinco niveles con marcos de concreto reforzado, demostró tener un comportamiento muy flexible y sufrió algunas fallas locales, así como el equipo que albergaba. Para este evento se registraron aceleraciones de hasta 0.25g. Pero en términos generales, la estructura se comportó de buena forma.
Para el Hospital de Ciudad Neily, el sismo más fuerte se había registrado para el año 1983 con una intensidad de VIII (8, escala MM), y no se dieron daños significativos en la estructura. Posteriormente, para el año 2013 se presentó un evento que generó daños no estructurales y algunos problemas en instalaciones electromecánicas.
Este edificio se reforzó debido a la alta sismicidad de la zona, sin embargo aún no ha sido sometido a sismos importantes luego de la fecha de su reestructuración.
Es importante destacar que los edificios reforzados en su mayoría, pasaron de ser tipo marco a tipo dual, lo que les da mayor rigidez al incorporarles muros de concreto y mejoran su compartimiento estructural.
Es esta la tendencia que se observa en este tipo de edificaciones y que es importante a tomar en cuenta para futuros reforzamientos estructurales para otros centros de salud del país.
Podemos decir, entonces, que nuestras edificaciones esenciales han presentado un comportamiento adecuado ante eventos sísmicos fuertes. Lo que indica que los reforzamientos han sido realmente efectivos y esperaríamos una respuesta de manera segura.